Después de una dura y muy intensa semana de trabajo, poder llegar a casa el viernes y pensar en el fin de semana que tenía por delante para descansar me ha sabido a Gloria.
Muchas veces pienso si sería posible darle a cada cosa que hacemos en la vida la justa importancia, ni mas ni menos. Estoy convencida de que para ser mas felices tendríamos que aprender a relativizar todo lo que hacemos, no tomarnos las cosas tan en serio.
Hay una frase del filosofo Adam Smith que resume bien ese sentimiento «Si abordas una situación como asunto de vida o muerte, morirás muchas veces «.
La teoría me la conozco bien, me gusta leer sobre estos temas 🙂 pero que difícil es ponerla en practica en el día a día !
Lo mas importante es empezar por tomar consciencia de que todo en esta vida es transitorio y mutable. No estamos aquí para quedarnos, todos nos vamos a ir sin nada. Lo segundo es aprender a reconducir nuestras emociones de una manera inteligente. Las emociones que sentimos son las que son y no podemos elegirlas, pero si que podemos analizarlas y reconducirlas. La idea es aprender a reflexionar, tomar un poco de distancia sobre lo que nos esta pasando para poder ver la situación de una manera mas objetiva, realista y a ser posible mas optimista.
Yo sigo intentando poner en práctica esta teoría, pero creo que todavía me queda mucho camino que recorrer, o pensándolo mejor, en realidad, estoy segura de que hoy ya me queda un poco menos camino que ayer :-).
Creo que es hora de dejar la filosofía…y volver a los temas culinarios… mi idea era explicar hoy la preparación de un delicioso pastel de manzana que probé en casa de mi amiga portuguesa Rute. En general me gustan todos los postres con manzana pero este bizcocho en particular esta buenísimo.
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